El desierto florido es un milagro de la vida. Un regalo de los dioses y un imperdible para aquellas personas que disfrutan de la naturaleza y de las bondades que nos entrega. Cada año, las zonas más áridas del país florecen, cubriendo de un manto multicolor el desierto, un fenómeno maravilloso que cautiva a todos los que lo contemplan. Esta experiencia mágica y única se puede disfrutar desde diversas rutas, como la de Domeyko a Chañaral de Aceituno, Huasco Bajo a Carrizal Bajo, Freirina a Aguada de Tongoy, entre otras. Además, acudir a observar este extraordinario suceso permite conocer diversas especies vegetales que aparecen con mayor fuerza durante este colorido evento.